UNA DOBLE META
Por: jeanne de salzmann
En el hombre, como en el universo, todo está en
movimiento.
Nada esta inmóvil o permanece igual.
Nada dura para siempre o termina por completo.
Todo lo que vive evoluciona o declina, en un incesante movimiento de
energía.
Las leyes que subyacen a este proceso universal eran
conocidas por la ciencia antigua, la cual asignaba al hombre su lugar
adecuado en el orden cósmico.
Según Gurdjieff, las danzas sagradas, transmitidas a lo largo
de los siglos, encarnan los principios de este conocimiento y nos permiten
aproximarnos a él de una manera dinámica y directa.
Todas las manifestaciones de vida en el hombre se
expresan a través de movimientos y posturas.
Desde el nivel más ordinario hasta el más elevado, cada
posible manifestación tiene su propio movimiento y su propia
posición.
Un pensamiento tiene un movimiento y una forma que le son
propios.
Un sentimiento tiene un movimiento y una forma que le son
propios.
Y lo mismo sucede con cualquier acción.
Nuestra educación consiste en aprender un repertorio de
actitudes de pensamiento, de sentimiento o de movimiento.
Este repertorio constituye nuestro automatismo.
Pero nosotros no lo sabemos; es un lenguaje que no
comprendemos.
Estamos convencidos de que somos conscientes y de que
nuestros movimientos son libres.
No vemos que cada movimiento es una respuesta, una
respuesta al impacto de una impresión.
Apenas la impresión ha llegado a nosotros, el
movimiento de respuesta se libera.
Por lo general, mucho antes de que lo hayamos notado.
Esa percepción viene después.
Todo ese evento sucede súbitamente, y nada en nosotros es
suficientemente rápido o sensible para percibirlo en el momento mismo en
que sucede.
Cualquiera que sea el movimiento de respuesta, venga
de donde venga, inevitablemente ha sido condicionado por el automatismo de nuestra
asociación, por los hábitos y clichés grabados en nuestra memoria.
No tenemos nada más con que responder, asi
que nuestra vida es una repetición incesante de memorias acumuladas.
Pero como seguimos sin darnos cuenta de esto, nuestros
movimientos nos parecen libres.
De hecho, somos prisioneros de nuestras actitudes de
pensamiento, sentimiento y movimiento, como si estuviéramos atrapados
en un círculo mágico del cual no podemos escapar.
Para salir de allí, yo necesitaría ser capaz de tomar una
actitud nueva: pensar de otra manera, sentir de otra manera, actuar de otra
manera, todo al mismo tiempo.
Pero, sin mi conocimiento, estas tres funciones están
interconectadas; y tan pronto como trato de cambiar una, las otras
intervienen y no puedo escapar.
Mi automatismo me mantiene en un nivel muy ordinario.
Los Movimientos de Gurdjieff representan notas de una
octava de un nivel muy diferente a aquel en el cual vivimos
automáticamente.
Ellos orientan la energía de nuestras funciones en una
dirección ascendente, con una calidad de vibración igual en todos los
centros.
Una cierta sucesión de movimientos ha sido prevista para
exigir una atención especial del pensar.
Sin esta atención, el proceso no podrá continuar.
Asi, el pensamiento debe ser mantenido con una cierta calidad, una
cierta intensidad, pero es el cuerpo el que realiza el movimiento.
Para ejecutarlo y para expresar su vida de manera plena,
el cuerpo necesita una gran libertad, necesita adaptarse por entero.
La menor resistencia del cuerpo impedirá que el pensamiento
siga el orden del movimiento.
Si esta calidad no puede ser mantenida, el movimiento no
seguirá la dirección necesaria.
Se romperá, carecerá de sentido.
Frente a la dificultad, el sentimiento despierta.
La aparición del sentimiento trae una nueva
intensidad, una unificación que crea en nosotros una corriente particular,
una nueva octava.
Estos Movimientos tienen una doble meta.
Al requerir una calidad de atención mantenida en varias
partes al mismo tiempo, nos ayudan a salir del círculo estrecho de
nuestro automatismo.
Y a través de una estricta sucesión de posiciones, nos
conducen a una nueva posibilidad de pensamiento, sentimiento y acción.
Si pudiéramos en verdad comprender su
significado y hablar su lenguaje, los Movimientos nos revelarían otro nivel de
comprensión.
jeanne de salzmann
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